La necesidad de potenciar en lo local, en pueblos y ciudades,  relaciones sociales y políticas públicas específicas, contribuye a aliviar el sentimiento de soledad no deseada de muchas personas mayores. En esta entrevista se profundiza sobre ello: 

Ana Isabel Lima Fernández: «Los sistemas sanitarios y sociales tienen que dar respuesta desde la innovación social»

Algunos apuntes

Las cuatro claves de la innovación en el mundo de los cuidados que contribuyen a constituir una ciudad cuidadora:

  1. la creación de alianzas
  2. la necesidad de revisión y reestructuración de las políticas públicas
  3. la sensibilización de la percepción social del envejecimiento
  4. la importancia del municipalismo y los planes estratégicos

La planificación necesaria y el presupuesto

Poner en valor el nivel de transversalidad de los Planes estratégicos de lucha contra la soledad no deseada y la vulnerabilidad de las personas mayores.  Sin la implicación de todas las áreas de atención a nivel municipal y la dotación de presupuesto en cada una de ellas y a esa coordinación transversal, no saldrá adelante el plan estratégico.

La intervención comunitaria 

La intervención comunitaria supone un valor añadido para crear conciencia social, impulsar el desarrollo de redes de apoyo efectivas.

También requiere que los recursos sean espacios y equipamientos abiertos a la comunidad, interactuar con elementos comunitarios de apoyo y para contribuir a una transformación necesaria de la percepción social de reconocimiento positivo del proceso de envejecimiento y situaciones de dependencia.

¿Y qué pueden hacer los ayuntamientos?

Los municipios pueden responder a las necesidades sociales aportando soluciones locales, pueden replantear espacios públicos donde se potencien las relaciones sociales y los encuentros, además es importante que instauren la creación de consejos de participación democrática como los foros locales y apoyen programas y proyectos que generen redes, tejido social y voluntariado.

El envejecimiento como etapa vital

Actualmente vivimos el denominado invierno demográfico, del que nuestro país es uno de los mayores representantes. Hay que considerar que el envejecimiento es una etapa vital, producto de una revolución demográfica actual con una alta esperanza de vida que, al mismo tiempo, está desencadenando una transformación social. Por tanto, también hay que transformar los modelos tradicionales de promoción de la autonomía y atención a las personas en situación de dependencia, ya que en su mayoría son personas mayores.

La transformación pendiente

Los cambios sociodemográficos requieren transformar también los centros y servicios vinculados a la Ley de dependencia, en este caso las residencias deben transformarse en lugares más hogareños que simulen la propia casa de la persona, también es necesario desmitificar las residencias como formas de no ejercer responsabilidad familiar.

En el caso de las personas que se mantengan en sus hogares, es importante dotar a los territorios de servicios de proximidad como una ayuda a domicilio reforzada y flexible y una mayor la adaptación de los hogares ayudándose de la tecnología.

La colaboración entre los sistemas sanitario y de servicios sociales

En cualquier modalidad de la atención a las situaciones de dependencia -tanto en el domicilio como en centros residenciales- las personas mayores exigen ser atendidos desde el sistema público sanitario que les corresponda y, por ello, se considera que en el nuevo modelo tanto los centros de atención primaria de salud como los centros hospitalarios deben tener en cuenta las necesidades sanitarias específicas de cada territorio. La coordinación y la atención de los servicios sociales y los sanitarios se debe reforzar en este nuevo modelo.

La crisis de los cuidados

Se puede decir que la denominada economía de mercado ha dejado sin resolver algunas cuestiones cruciales que afectan la igualdad entre hombres y mujeres, sobre todo en lo que tiene que ver con el mundo de los cuidados, sumado esto transformaciones en el rol de las mujeres tradicionalmente como cuidadoras en el ámbito familiar ha provocado la denominada crisis de los cuidados en las sociedades contemporáneas.

«Los cuidados en el seno familiar son proporcionados mayoritariamente por mujeres y no han sido computados en el modelo productivo por lo que, en general, a la sociedad prácticamente le han salido gratis. Históricamente las mujeres han regalado su tiempo, un tiempo dedicado a los cuidados y con ello han contribuido a la sostenibilidad social, pero también al fenómeno de la feminización de la pobreza»

El edadismo debilita los derechos de las personas mayores

Las conductas de discriminación por edad, sobre todo cuando se da en personas mayores vulnerables provoca edadismo.

Por ello es importante mostrar la parte positiva de la situación demográfica actual, ya que las personas que cumplen hoy 65 años tienen una esperanza de vida entre 19 y 23 años dependiendo del género, que viven en buenas condiciones de salud, al menos la mayoría de ellos.

La jubilación abre la puerta de una nueva etapa vital de oportunidades de enriquecimiento personal y contribución social. La mayoría cuidan a sus nietos y nietas, a personas en situación de dependencia y mantienen y ayudan económicamente o acogiéndoles en su casa a familiares en paro o sin vivienda. Muchas personas mayores participan activamente en su comunidad realizando actividades solidarias y contribuyen a la economía. No nos olvidemos del concepto “silver economy” que sitúa a las personas mayores como motor de la economía del futuro.

Es urgente sensibilizar a la sociedad sobre estas contribuciones que realizan las personas mayores y transformar así la percepción social sobre el envejecimiento para romper con los estereotipos de que las personas mayores solo gastan y consumen recursos, y no producen bienes y servicios.

Una propuesta conceptual

Me gustaría terminar poniendo en valor un término que he estado ideando sobre la necesidad de no solo introducir la necesidad de empatía de las profesiones vinculadas a los cuidados, sino hablar también de la empatía institucional en el marco de organización de los cuidados y, yendo más allá, en cuanto al concepto comunitario de las ciudades que cuidan propongo que adoptemos el concepto de la empatía estructural, es decir, ponernos en el lugar del otro desde una dimensión integral.