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Discurso apertura Ana Lima ONU (Ginebra). Día Mundial del Trabajo Social 21 de marzo 2017

By 28 marzo, 2017 No Comments

Ana Lima. ONU, Ginebra.22 de marzo 2017

El día 21 de marzo de 2017 tuve el gran honor de participar en le acto del día mundial organizado por la ONU, la Asociación Internacional de Escuelas de Trabajo Social (AIETS) y la Federación Internacional de Trabajo Social  (FITS), representando a la FITS Global, allí pronuncié un discurso sobre la contribución de la profesión a la promoción de comunidades y entornos sostenibles y a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), tomando como referencia algunas buenas prácticas de las organizaciones profesionales.

El lema viene reflejado en el cartel del Día Mundial Cartel WSWD 2017 IFSW

Además se planteó la necesidad de reforzar las sinergías en red con algunas organizaciones sociales vinculadas a la ONU visibilizando el valor añadido que aporta el trabajo social. Finalmente propuse trabajar juntos para desarrollar los descriptores de puestos de trabajo en los ámbitos necesarios para contribuir a los Derechos Humanos la Justicia Social y la Paz, valores que compartimos con esta institución.

Os dejo el enlace en directo de la TV de la ONU  y el Video con mejor visibilidad el Programa Trabajo Social y Desarrollo Sostenible 

Además también aporto el contenido del discurso en Castellano y en letra color azul en Inglés:

DISCURSO DE ANA ISABEL LIMA FERNÁNDEZ
Presidenta Federación Internacional de Trabajo Social- Región Europa
ONU GINEBRA 21 de marzo de 2017 DÍA MUNDIAL DEL TRABAJO SOCIAL 

Es un honor para mí representar a la Federación Internacional de Trabajo Social en un día tan importante para mi profesión: el Día Mundial del Trabajo Social. Me siento muy orgullosa de que los y las trabajadoras sociales celebremos nuestro día aquí, en la sede de Naciones Unidas en Ginebra.

Gracias, compañeros y compañeras de profesión, compañeras de lucha y de compromiso. Gracias a todos quienes hoy nos acompañáis en esta insigne sala y también a través del canal de televisión de la ONU. El Día Mundial del Trabajo Social es el día de nuestra lucha por los derechos de las personas. El trabajo social existe por y para las personas.

La defensa de los derechos, de la paz; el compromiso con el desarrollo económico y social; los asuntos humanitarios y, en definitiva, los derechos humanos, son la esencia del ADN de las trabajadoras sociales. Era natural, por tanto, celebrar nuestro día aquí, pues son a su vez estos son los principales compromisos que definen la razón de existir de las Naciones Unidas.

Este año celebramos nuestro Día Mundial reivindicando la Promoción de las comunidades y los entornos sostenibles. El trabajo social contribuye al desarrollo humano integral, involucrando a las personas y a las estructuras para hacer frente a los desafíos de la vida y aumentar el bienestar común. En nuestra visión particular, las personas están siempre en el centro de toda acción, política o intervención. La lógica de los valores de mercado se queda al margen.

Debemos buscar el equilibrio entre el desarrollo humano y social y el desarrollo económico. Así entendemos la sostenibilidad desde el trabajo social. Este es el único valor que puede hacer posible la igualdad y la solidaridad, para nosotros y para las generaciones futuras.

Los y las trabajadoras sociales nos esforzamos en buscar mecanismos con los que superar la crisis del Estado de Bienestar y recuperar los derechos perdidos. También presionamos a las administraciones, a los políticos, para que se construyan nuevos derechos sociales, políticos y culturales. En todo el mundo velamos por el cumplimiento de los derechos humanos y la justicia social. La recuperación de la responsabilidad de los Estados y la participación de la ciudadanía son imprescindibles.

Las trabajadoras sociales tenemos un lugar privilegiado para detectar los cambios políticos y económicos globales que afectan a las personas y a las sociedades. Estos cambios no son advertidos de manera fácil ni inmediata, pero las organizaciones profesionales elaboramos estudios desde la base del día a día. En España, por ejemplo, el Consejo General del Trabajo Social realiza periódicamente un estudio, el ISSE, en el que detecta el impacto de las políticas de austeridad y que se basa en encuestas a las trabajadoras sociales.

Las fracturas sociales que han generado la medidas de austeridad han paralizado el desarrollo humano. Se ha tratado el término de sostenibilidad desde el punto de vista presupuestario. Y con esa excusa se han aplicado recortes sociales. Esto ha dado mayor peso a la responsabilidad social de la iniciativa privada, que debería ser complementaria. Y aquí insisto: la solución debe ser compartida. Queremos gobiernos responsables, garantes de derechos, que interactúen y se nutran de las propuestas de comunidades fuertes.

Los y las trabajadoras sociales defendemos un nuevo paradigma que, además de la gobernanza multinivel. ponga en valor la acción comunitaria que realizamos en nuestro día a día. Es necesario fomentar las redes de solidaridad vecinal y los movimientos sociales ante los efectos de la crisis, así como las experiencias cooperativas de producción y consumo y la economía del bien común. También es necesario el abordaje de las TIC en la Intervención e investigación social, y que haya más empresas de inserción social.
El trabajo social tiene papel muy complejo e importante en el uso de modelos de desarrollo, en lugar de la ayuda. Nuestro trabajo es fundamental para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que marca la ONU.
Si nos fijamos en los Objetivos que marcan el necesario cuidado del medio ambiente, una vez más, la clave está en el equilibrio entre el bienestar individual y el social. El medio ambiente es naturaleza, territorio y comunidades. El individualismo y el consumo generan un desequilibrio entre las personas, el medioambiente y la sociedad en su conjunto. El ecosistema se rompe y eso genera problemas sociales.

Las personas tenemos derecho a vivir en ambientes limpios, seguros y saludables. La participación de las personas en la planificación y desarrollo de la normativa ambiental es también una cuestión de justicia social. El trabajo social con comunidades puede ayudar mucho en este campo, ayudando a que las personas puedan decidir cómo quieren que sea la ciudad, o el pueblo, donde viven.

El papel del trabajo social como dinamizador de cambio es claro. En Rumanía, por ejemplo la asociación profesional del trabajo social ha hecho un magnífico trabajo al concienciar al Gobierno de que es necesario que cuente con las trabajadoras sociales, y por tanto con las personas, para revertir el hecho de que más del 40% de su población viva bajo el umbral de la pobreza. El fracaso reconocido del Gobierno en esta lucha le ha llevado a reconocer que “Sin trabajadores sociales, un país no puede progresar”. El Gobierno rumano ha reconocido que las contribuciones de las trabajadoras sociales son claves para que la salida del círculo de la pobreza sea de manera sostenible.

Así, está trabajando con un grupo de trabajadoras sociales para poner en marcha una estrategia en todos sus departamentos y establecer un enfoque transversal que aborde la vulnerabilidad múltiple de las familias. En este proceso, las trabajadoras sociales expertas están desarrollando buenas prácticas que empoderen a comunidades y personas, para que ganen así control, confianza y seguridad en sus vidas.

Otro ejemplo que ilustra muy bien el papel clave del trabajo social es el caso de la marea naranja en España. Con la crisis económica, las políticas de austeridad que se aplicaron despertaron movimientos sectoriales de protesta conocidos como “Mareas”. La que primero empezó a salir a las calles, denunciando recortes en la Enseñanza Pública fue la marea verde, formada tanto por profesorado como por alumnos y padres de alumnos. También nació la marea blanca, en defensa del asfixiado Sistema Nacional de Salud, hasta el momento, uno de los mejores del mundo. Los funcionarios empezaron a salir también a las calles, vestidos de negro. Las mujeres de violeta, etc.
Y las trabajadoras sociales, muchas de ellas funcionarias se plantearon si sumarse a alguna de estas mareas o crear una propia, dando voz específica a las personas usuarias de los servicios sociales. Fue así como se decidió tomar el color naranja que ya usaban en sus manifestaciones las familias de las personas beneficiarias de la Ley de Dependencia, que nunca ha llegado a cumplir las expectativas. Las mareas naranjas se fueron dinamizando desde distintas comunidades de España, hasta que confluyeron en 2012 en una manifestación en la capital, Madrid. Este movimiento, reúne ya no solo a trabajadoras sociales y profesionales de la intervención social, también a personas usuarias de los servicios sociales y a la ciudadanía concienciada con los derechos sociales.
Como hemos visto en estos ejemplos, el trabajo social contribuye a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible mejorando las capacidades y habilidades de las personas en la prevención y resolución de las situaciones de dificultad. También mejoramos las redes de apoyo y de participación social en nuestros barrios y ciudades. Influimos en las políticas públicas orientadas al bienestar social con medidas de acción positiva. Generamos e integramos en redes y movimientos sociales a la ciudadanía y canalizamos sus demandas, necesidades e inquietudes hacia las autoridades locales, regionales, nacionales y transnacionales. También, entre muchas otras cosas, mejoramos los procesos de transferencia de investigación e innovación y los aplicamos en la mejora del conocimiento de la realidad social y en las prácticas profesionales y organizacionales.

Quisiera ahora retomar una de las ideas que lanzaba al principio de mi intervención: las sinergias que nos unen a las trabajadoras sociales y a la ONU. Sus organizaciones han apoyado a nuestra profesión y a su desarrollo constantemente. Muestra es que hoy estemos aquí, compartiendo espacio de celebración con representantes del ILO, que defiende los derechos laborales y del trabajo y promueve la justicia social; UNAIDS, la agencia que lucha contra el Sida; la UNRISD, el instituto de investigación de desarrollo social; la UNHCR, centrada en la ayuda a los refugiados, y la OHCHR, el alto comisionado de la ONU para la defensa de los Derechos Humanos.
Desde la Federación Internacional del Trabajo Social, queremos ratificar nuestro compromiso con la defensa de los valores que defienden las Naciones Unidas.

Queremos seguir involucrándonos e interactuando con las Agencias de la ONU responsables de la implementación de los ODS. Las trabajadoras sociales los hacemos nuestros. Contribuimos al fin de la pobreza. Utilizamos herramientas para empoderar a las personas. Sensibilizamos a la ciudadanía y a las instituciones de que es necesario el bienestar común. Y alzamos la voz para promover los derechos, el pensamiento crítico y buscar la transformación.

También trabajamos por el hambre cero. Porque el frena el desarrollo humano y no podemos avanzar en los siguientes objetivos sin conseguir eliminarlo. Necesitamos una agricultura sostenible y que respete el medioambiente. Es nuestra labor sensibilizar para tomar decisiones sostenibles.

Defender el derecho a la salud y el bienestar forma parte de nuestro día a día. Las trabajadoras sociales sanitarias promueven campañas, dan información directa, orientan a las familias y fomentan la exigencia de derechos a los gobiernos.

Del mismo modo, la educación de calidad es la base de una sociedad justa. Las trabajadoras sociales contribuimos, en los colegios, en los institutos, en las universidades, para que se reduzcan las desigualdades y las personas tengan las mismas oportunidades formativas. En otras zonas, donde el acceso a la enseñanza es mucho más difícil, trabajamos para fomentar proyectos educativos.

Para finalizar quiero destacar que es necesario apoyar a las mujeres para el acceso al empleo, la eliminación de la brecha salarial y el acceso a los puestos de poder. Son necesarios aún más programas y proyectos y campañas contra la mutilación genital femenina, contra el robo de la infancia a tantas niñas obligadas a casarse con señores que cuadriplican la edad, abandonando la escuela…

Debemos empoderar a las mujeres y a las niñas, promover la igualdad desde nuestra intervención profesional. Debemos tener siempre presente la perspectiva de género. De lo contrario, solo estaremos trabajando para una mitad de la población.
En el Día Mundial del Trabajo Social ratificamos nuestro compromiso. Tenemos capacidad para promover un cambio aún mucho mayor de lo que ya sabemos. Porque las trabajadoras sociales intervenimos en muchos y variados ámbitos. Trabajamos en el sector privado y en el tercer sector. Desde ahí podemos promover que esos recursos se encaminen al cumplimiento de los ODS. También estamos en el sector público, desde donde insistimos en su papel garante de derechos y vigilamos sus políticas.

Yo estoy segura de que en estos próximos años se van a reforzar las sinergias y asociación entre las agencias de la ONU y las organizaciones del trabajo social. Nuestro perfil profesional nos lleva a ello. Y creo necesario que todas las agencias de la ONU trabajen con la FITS para desarrollar las descripciones de puestos de trabajo social que impulsarán hacia adelante nuestros objetivos comunes por la justicia social, el bienestar, los derechos humanos y la paz.

Está en nuestras manos.

Feliz Día Mundial del Trabajo Social

 

 

Opening Statements Ana Isabel Lima Fernández

President of the International Federation of Social Workers (IFSW Europe)

It is an honour for me to represent the International Federation of Social Workers on such an important day for my profession: World Social Work Day. I am very proud of the fact that we, social workers, are celebrating our day here, at the United Nations office in Geneva.

Thank you, fellow colleagues, companions in the struggle and commitment. I thank all of you who are here with us today in this emblematic hall and also those of you who have joined us over the UN television channel. World Social Work Day is the day of our struggle for human rights. People are the reason that social work exists.

Defending rights and peace, commitment to economic and social development, humanitarian issues and, in sum, human rights, are at the very essence of social workers’ DNA. Therefore, it is only natural for us to celebrate our day here, since these are also the main commitments that define the United Nations’ reason for existence.

This year, the focus of our World Day is the Promotion of sustainable communities and environments. Social work contributes to human development as a whole, engaging people and structures to address life challenges and enhance communal wellbeing. From our unique perspective, people are always at the centre of every action, policy or intervention. The logic of market values is disregarded.

We must seek a balance between human and social development and economic development. This is what sustainability means from the social work perspective. This is the only value that will bring about equality and solidarity for us and for future generations.

Social workers strive to find mechanisms to help overcome the crisis of the Welfare Society and regain lost rights. We also lobby administrations and politicians to prompt them to create new social, political and cultural rights. Throughout the world, we keep watch over compliance with human rights and social justice. Recovering the responsibility of States and citizen participation is essential.

Social workers are in a privileged position to detect the global political and economic changes that affect individuals and society. These changes are not easily or immediately noticed, but our professional organisations conduct studies based on our daily work. In Spain, for example, the General Council of Social Work regularly prepares a study, the ISSE Report, to detect the impact of austerity policies based on surveys of social workers.

The social divisions caused by austerity measures have paralysed human development. The term, sustainability, has been dealt with from a budgetary perspective. And it has been used as an excuse to make cuts in social services. This has placed greater pressure on private initiative social responsibility, which should be complementary. On this point I must insist: we must find a solution together. We want responsible governments that ensure rights and that interact with and welcome proposals from strong communities.

As social workers, we defend a new paradigm that places value not only on multi-level governance but also on the community action we perform day to day. We need to foster neighbourhood solidarity networks and social movements in response to the effects of the crisis, as well as cooperative production and consumption experiences and the economy of the common good. ICTs must be encouraged in social research and intervention and more social inclusion companies are also needed.

Social work plays a highly complex, important role in the use of development models instead of aid. Our work is essential to achieving the Sustainable Development Goals (SDGs) set by the UN.

If we take a look at the Goals regarding the care needed for the environment, once again, the key lies in finding a balance between individual and social wellbeing. The environment is nature, territory and communities. Individualism and consumerism generate an imbalance among people, the environment and society as a whole. The eco-system breaks down, generating social problems.

People have the right to live in clean, safe and healthy settings. Participation by individuals in planning and developing environmental regulations is also a matter of social justice. Social work with communities can be of great assistance in this field, helping people to decide what they want the city or town they live in to be like.

The role of social work as a driver of change is clear. In Romania, for example, the professional social work association has done a terrific job in raising the Government’s awareness to the need to rely more on social workers and thus, on people, to reverse the fact that more than 40% of the population lives below the poverty threshold. The Government’s admitted failure in this struggle has led it to recognise that “Without social workers, a country cannot progress”. The Romanian Government has acknowledged that contributions by social workers are crucial to getting out of the cycle of poverty in a sustainable manner.

Therefore, it is collaborating with a group of social workers to launch a strategy in all its departments and create a cross-disciplinary approach that deals with the numerous areas in which families are vulnerable. Within this process, experienced social workers are developing best practices that empower communities and people so that they gain control, confidence and security in their lives.

Another example that illustrates the crucial role of social work quite well is the orange tide case in Spain. With the economic crisis, the austerity policies that were implemented aroused sectorial protest movements known as “Tides”. The first one that took to the streets, in protest against the cuts in Public Education, was the green tide, composed of teachers, students and their parents. Then the white tide came out in defence of the beleaguered National Health System, one of the best in the world up to that time. Civil servants also began to march, dressed in black. Women in purple, etc.

And social workers, many of them civil servants themselves, pondered whether to join one of these tides or to create their own, giving a specific voice to the recipients of social services. Thus, the colour orange was chosen, as the colour that had been used in protests by the families of beneficiaries of the Dependency Act, which never lived up to expectations. The orange tides began to grow stronger in the different regions of Spain until they came together in 2012 at a march on the capital, Madrid. This movement comprises not only social workers and social intervention professionals but also recipient of social services and citizens with an awareness of social rights.

As we have seen in these examples, social work contributes to the achievement of the Sustainable Development Goals, enhancing the capacities and skills of people in the prevention and resolution of difficult situations. We also improve the social support and participation networks in our neighbourhoods and cities. We influence public policies geared toward social wellbeing with positive action measures. We generate social movements and networks and integrate the public into them, and we channel their demands, needs and concerns toward the local, regional, national and trans-national authorities. In addition, among many other things, we enhance research and innovation transfer processes and apply them to increase knowledge about the social situation and in professional and organisational practices.

I would now like to go back to one of the ideas I launched at the beginning of my presentation: the synergies that link social workers and the UN. Its organisations have consistently supported our profession and its development. Proof of this is the fact that we are here today, sharing this commemorative space with representatives of the ILO, which defends labour and employment rights and promotes social justice; UNAIDS, the agency devoted to the fight against AIDS; UNRISD, the research institute for social development; UNHCR, focused on aid for refugees; and the OHCHR, Office of the United Nations High Commissioner for Human Rights.

The International Federation of Social Workers would like to ratify our commitment to defending the values upheld by the United Nations.

We wish to remain involved and interact with the UN Agencies responsible for implementing the SDGs. As social workers, we accept them as our own goals. We help bring poverty to an end. We use tools for empowering people. We raise awareness among the public and in institutions as to the need for communal wellbeing. And we raise our voices to promote rights and critical thought, and to seek transformation.

We also work to eradicate hunger. Because hunger hinders human development and we cannot progress toward the following goals if we do not manage to eliminate it. We need sustainable agriculture that is respectful toward the environment. It is our job to raise awareness about sustainable decision-making.

Defending the right to health and wellbeing is part of our everyday work. Health services social workers promote campaigns, provide direct information, guide families and encourage demands for rights by governments.

Likewise, quality education is the basis for a just society. At elementary and secondary schools and at universities, social workers help reduce inequality and foster the same educational opportunities for everyone. In other areas, where access to education is much more difficult, we work to promote educational projects.

Finally, I would like to stress that support for women is needed as regards access to jobs, eliminating wage inequality and access to positions of power. Still more programmes, projects and campaigns are needed against female genital mutilation, robbing girls of their childhood by forcing them to marry men who are four times their age, school dropout rates, etc.

We must empower women and girls, promoting equality through our professional intervention. We must keep the gender perspective in mind at all times. Otherwise, we are only working with half of the population.

On World Social Work Day, we ratify our commitment. We are capable of fostering much greater change than we know. Because social workers are involved in numerous, wide-ranging fields. We work in the private sector and in the third sector. Here, we can work to help focus these resources on reaching the SDGs. We are also present in the public sector, insisting that it act as a guarantor of rights and keeping an eye on its policies.

I have no doubt that the synergies and relationships between the UN agencies and social work organisations will be bolstered in the years to come. Our professional profile leads us in this direction. And I believe it is necessary for all the UN agencies to work with the IFSW to develop the social job descriptions that will drive our common goals of social justice, wellbeing, human rights and peace.

It is in our hands.

Happy World Social Work Day